El ojo sideral
A principios del siglo XVII, la invención del telescopio vino a confirmar una nueva cosmovisión del mundo que ya se intuía desde el siglo anterior y que había inspirado ambiciones intelectuales sobre la ciencia y la filosofía que superaban las ideas de la Antigüedad clásica y la escolástica medieval.
«¿No habré de creer a quien a todos invita a observar maravillas y ofrece su propio artefacto para convencer a los ojos?».
Johannes Kepler
En homenaje a un par de libros deliciosos, El mensajero sideral, de Galileo Galilei, publicado en 1610, y Conversaciones con el mensajero sideral, inmediata respuesta apasionada de Johannes Kepler, se cuenta la bella historia del telescopio y del cambio de paradigma que confirmó, tras las intuiciones de Copérnico y Giordano Bruno.
Johannes Kepler utilizó la magna obra astronómica de Tycho Brahe para describir el movimiento elíptico de los planetas en sus órbitas alrededor del sol y formular sus leyes matemáticas del movimiento y, tras la confirmación empírica del sistema heliocéntrico copernicano por parte del ojo sideral de Galileo Galilei, los astrónomos y otros científicos y pensadores empezaron a ver el mundo con una nueva mente terrenal y empírica, que ya no dependía de la superstición, la tradición o la teología.
Hugo Heller (Madrid, 1972) es aprendiz de astrónomo y escritor. Le interesan especialmente las revoluciones científicas y el futuro de la exploración espacial. Tiene en preparación un libro sobre hipótesis y proyectos de exploración y viajes exoplanetarios.